La Costa
El calor del Sol no era lo suficientemente sofocante como para buscar refugio debajo de la suave sombra de una palmera, y aunque lo hubiera sido, por lo menos desde el punto donde yo estoy, no se divisa palmera alguna, demasiadas sombrillas de playa sí, pero ninguna mía.
Estoy sentada en la arena, que a esta adherida a mi piel, mientras observo el horizonte acompañado de un atardecer fenomenal, con la sedosa agua que, a veces por las olas, acaricia mis pies, y a veces llega a mi cadera, me recuerda a mi hogar, pero la bahía que me acogió de niña hasta los 15 años y cuatro meses no se podía comparar a ningún lugar que haya visto jamás.
Ese lugar era el paraíso mismo, tenía el agua cristalina color azul turquesa y un gran arrecife de coral que comenzaba desde donde el arena terminaba hasta donde se lograba ver, con solo unas decenas de familias viviendo ahí, todos se conocían y se apreciaban en general. Mi familia ha vivido ahí desde hacía generaciones, recuerdo como algunos hijos de mi abuela se fueron en busca de "una vida mejor", pero yo siempre me pregunté como encontrar un lugar mejor que el paraíso. Aún así, recuerdo con amor esas hermosas Navidades, en compañía de toda mi familia.
Mis tíos intentaron "recrear" el ambiente en donde mis hermanos y yo crecimos y cuando comenzamos a vivir con ellos, nos mudamos a una playa de Texas, lo cual aprecio mucho, ya que dejaron todo por nosotros, pero es tan conocida y poblada por ser la única a la redonda con agua no helada y sol, que no se me figura al único lugar que siempre será mi hogar.
La noche del accidente yo estaba en mi casa, con mis hermanos, esperando el retorno de mis padres con mis abuelos, pero ese momento nunca llegó.
***
Mamá y papá salieron con abuelita y abuelo a buscar algo que llaman "la sorpresa" todos los años antes de Navidad, los cuales son los regalos, porque los piden de fuera.
Yo estaba en la lancha con mi cámara y su funda contra el agua, y mis hermanos estaban jugando en la orilla, cuando un vecino me llamó y me dio la noticia. La escribí en un papel junto con un mensaje hacia mis hermanos, rematado con un "los amo, y lo haré siempre", y junto a él todos mis ahorros y los de mis padres. También una nota para mis tíos cuando llegaran, tomé mi iPod, mi cámara y un poco de comida, y di un brinco a la lancha y la desamarré del puerto.
Nunca había salido de la bahía sin mi padre, pero ahora, que opción tenía?
Ver el mar abierto, sola, frente a tus ojos es un gran impacto, es enorme, parece no tener fin. Y eso era justamente lo que necesitaba, la caña de pescar siempre estaba en la lancha, al igual que el filtrador de agua, y con eso podría sobrevivir semanas, si un tiburón no se aparecía. No haber traído mi guitarra fue un error, pero ya no podía regresar, pues seguramente mis hermanos ya hubieran leído la nota para entonces.
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